jueves, junio 16, 2005

Un horno rodante o un planetario aleatorio

De la boca de cualquier retrógrado hombre de las cavernas moderno podría salir la frase "eso es lo que tiene el progreso" cuando las innovaciones producen más prejuicios que beneficios.

Se llega antes y de una manera más descansada en coche. Pero en esta cultura de igualdad de derechos, cuando a todos nos da por pensar o hacer lo mismo, termina la cosa en colapso. Las felicitaciones de año nuevo o los atascos por las mañanas. Y cuando todos queremos tener coche -en mi caso, esto es, en mi casa, cuatro automóviles para cinco personas- se empieza a poner complicado encontrar dónde aparcarlo.

En la calle donde suelo dejarlo, como en cualquier otra o en una plaza de toros, hay dos opciones: sol o sombra.

Al sol, obtienes como resultado un horno rodante en el que te asas como un pollo asado. Puedes tener aire de lata o la tapicería de color claro para mitigar la canícula.

A la sombra, la que dan unos árboles, entre la savia que segregan sus hojas y los seres emplumados que habitan sus ramas, el parabrisas queda como una suerte de planetario aleatorio de ninguna parte.

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